domingo, 2 de diciembre de 2007

Hoy.

Siempre aparece sin avisar los domingos por la tarde, hablamos un poco y me acaricia apretando fuerte, como una bestia en celo. Viene los domingos y el resto del tiempo no sé qué hace ni dónde va. La mayoría de las veces nos limitamos a devorarnos con la mirada, como caníbales hambrientos. Ya de madrugada me dice que siempre igual, siempre persiguiendo libros o desconocidos. Que me gusta demasiado tentar a la suerte. Que algún día se me torcerá la jugada y acabaré sola. Yo no contesto porque sé que es inútil, aunque intentara explicarle que me dedico a naufragar por las noches para escapar del agua estancada y la podredumbre que lo engulle todo, se empeñaría en no hacerme caso. Una vez se enfadó por un asunto que ya no recuerdo y se puso a patearme como un loco, hizo temblar las paredes y los cristales, resonaron las vibraciones de sus puñetazos en todo el edificio. Cuando está borracho no hay manera de entenderse con él: lo tiñe todo de literatura barata, empieza a decir cosas como “Mi único refugio es un barco de piedra cruda, un navío de óxido y musgo gris”, tira cosas al suelo entre gritos y golpes. Mezcla escenas de películas y recuerdos inventados, se pone hecho una furia si me atrevo a contradecirle en algo. Cuando tiene un día malo viene y se queda sentado en silencio, a mí me desquicia verle así callado, por lo que acabo soltando alguna estupidez y él aprovecha para abalanzarse sobre mí y reventarme la cara a hostias. Después me escupe en la boca y noto cómo se mezcla el sabor de mi sangre y su saliva. Trago y sonrío. Me gusta porque me desabrocha el vestido con más ganas que nadie, y porque al fin y al cabo es el único que se ha dignado a follarme como merezco. Cuando nos puede el cansancio caemos rendidos en la cama sin hacer. Duerme con los ojos abiertos. En serio. Cuando se lo digo contesta que es porque no puede fiarse de mí, y tiene que vigilarme hasta en sueños. También me agarra de la garganta, como si tuviera miedo de que me escapara.

viernes, 9 de noviembre de 2007

12 de octubre, viernes.

La miro de lejos, como una batalla perdida de antemano, y me sigue pareciendo igual de insultantemente hermosa y frágil. Ajena a mis balbuceos mentales, ella balancea la cabeza mientras baila, distraída. Yo me limito a masticar mi amor y mi rabia.
- Es guapa, ¿verdad?
Es más, pero no se lo digo. Es el colmo de la belleza indecente. La observo de nuevo, y todo parece tan obsceno a su alrededor. Se ríe, yo me derrito ahí clavada como una imbécil. En su sonrisa creo ver algo caprichoso y travieso. Se me ocurre que el resto del mundo es irrelevante cuando una mujer así deja que la mires.
- Sí. Mucho.
Me fui a casa en seguida, tarareando bajito a Brel.
Él volvió el sábado a las once, inquieto y ojeroso. Tenía la mirada esquiva y los dedos cansados. Aún llevaba, enganchados en el pelo, trocitos de una sonrisa caprichosa y traviesa.

sábado, 27 de octubre de 2007

Conversaciones ficticias (Vol.II)

Ella - ¿Tú eres de los valientes o de los cobardes?
C. - ¿Yo? Pues... De los tuyos.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Conversaciones ficticias (Vol.I)

M. - Yo a mi primera novia le escribía comentarios en los márgenes de los libros que le prestaba.
Ella - Yo a él le dejaba notas escondidas en los bolsillos del abrigo. Por suerte no duramos juntos hasta primavera... No hubiera sabido dónde meterlas.

viernes, 19 de octubre de 2007

84.

Soñé que nunca había acabado el verano. Por la mañana llamó V. y preguntó si me apetecía desayunar con él, no dejó de insistir hasta que al fin cedí y le dije “un café y me voy corriendo”. Él soltó una carcajada que sonó sucia, como a victoria comprada. Me esperaba ya sentado en la mesa más apartada del bar cuando llegué. Tuve que cruzar la barra haciendo sonar los tacones y notando alguna mirada de desprecio ardiéndome en la nuca. Me senté y justo en seguida volví a levantarme para pedir un cortado. El camarero me ignoró pacientemente y después asintió. No sabía muy bien si quedarme ahí apoyada o volver a mi sitio, me sentí esencialmente idiota y opté por mirarme la punta de los zapatos, como si estuviera sumida en reflexiones muy profundas. V. disimulaba su nerviosismo encendiendo un cigarrillo tras otro; me habló de sus planes y delirios. Después le dejé pagar y volví a casa. Al rato me acordé de R. y del tiempo que hacía que no tenía noticias suyas. Llené la bañera y me dejé ir en el agua caliente. Me encerré en el cuarto y estuve pensando en todos los tipos buenos que he conocido desde que me instalé aquí, con alguno podría haber funcionado, pero yo no me veo compartiendo mi vacío cotidiano, necesito poder pensar en voz alta y no tener que cocinar ni recoger la ropa tirada por el suelo o preocuparme de problemas ajenos. Yo quiero poder apagar la luz y quedarme con los ojos muy abiertos imaginando la música, o levantarme a media noche y hacer ruido para espantar el miedo a la soledad.

martes, 11 de septiembre de 2007

Self - portrait


- Let´s paint the town red. We will never be
as young as we are tonight.

sábado, 25 de agosto de 2007

Cobarde

Me sé mejor que nadie. Bien sé que mi fuerte nunca ha sido la dignidad. Me hubiera humillado públicamente, un día tras otro, en hora punta en mitad de la Gran Vía si con eso hubiese conseguido arrancarte una carcajada. Me hubiera bastado tu desprecio. Me hubiera declarado culpable de cualquier delito por la promesa de tu risa.
Quisiera poder acercarme a ti alguna vez, confesártelo todo, decirte que ya son más de mil los dias de espera, las noches en las que no he conseguido dormir porque pienso en ti, pero esto no vas a saberlo jamás porque no voy a atreverme a contártelo. Y es que, además de los defectos ya enunciados (de entre los cuales el peor, sin duda, es amarte como un loco), tengo que confesar que mi fuerte tampoco ha sido nunca la valentía.

viernes, 24 de agosto de 2007

Leccion primera - Ejercite su narcisismo

Juego. Me invento todos los destinos posibles. Soy, una tras otra, enferma terminal desdichada, rehén cruelmente torturada, huérfana abandonada al nacer. En un registro menos trágico, también imagino mi ruptura, todas mis rupturas (las que ya han cicatrizado y las que vendrán después). Las construyo como un largometraje: dibujo cada escena, retoco las localizaciones, me miro mucho. Es una película aburrida: planos largos y estáticos, cámara en mano, muy cerca, captando detalles de mi cara, mi cuerpo a menos de veinte centímetros. Un ojo indiscreto observando el proceso, sin compartir el dolor o el alivio. Es una imagen rara, así como verdosa, casi de Polaroid. Mi piel parece aún más clara, me gusta esa palidez. Debe de haber algún tipo de filtro pero no sé cuál. Hablo poco, siempre se escucha el silencio.

(... Ella llorando desconsolada. Ahoga los sollozos y se tapa los ojos con las manos. La televisión encendida, sin sonido. Ella secándose las lágrimas con la manga del jersey. Ella dormitando en el sofá, por fin, con los párpados hinchados. Respira por la boca, muy hondo, muy despacio. Ella mordiéndose los labios, abrazada a un cojín. Ella en la calle sin abrigo, ruido de botines sobre el asfalto, mirada intermitente. El tráfico, los semáforos en rojo. Peatones refugiándose en su anonimato. Incesantes vagabundeos por la ciudad inhóspita. Ella observando la ventana en la que... Ella sentada en el banco en el que... Ella releyendo cartas de amor...)

Por suerte para mí, no concibo la desgracia como forma de vida aceptable a largo plazo.
Por suerte para el resto de la humanidad, no tengo vocación de mártir. Ni de cineasta.

miércoles, 1 de agosto de 2007

El amor a la intemperie.

No te creas, no siempre fue así, al principio las cosas iban bien y bromeábamos sobre envejecer juntos cogidos de la mano, y hubo un momento, un ínfimo suspiro, en el que yo llegué a creérmelo, pensé que había conseguido calmar sus ansias de destrucción, que la había hecho un poquito mía. Pero no se adiestra nunca a mujeres así, no se dejan. Primero bajan la cabeza y se dejan acariciar, ronronean, y en cuanto se cansan del juego desaparecen y no vuelves a verlas hasta muchos años después. Antes de la explosión estaba hermosa, un mar en calma, conseguía ocuparse de sí misma sin mucho esfuerzo, pero ahora que lo pienso con más tiempo me estaba mandando un montón de señales de socorro, mensajes de humo que yo no supe ver. Cuando se marchó rebusqué entre su ropa en busca de alguna pista, una explicación, cualquier cosa que me consolara, y sólo encontré papeles con garabatos y poemas largos y dibujos hechos con carboncillo.
Seis semanas después me mandó una carta explicando que se mudaba a Barcelona por no sé bien qué asunto y yo, pobre ingenuo, le contesté con verdades absolutas escritas en presente, como si todavía viviera conmigo, le dije “Me siento violento y feroz cuando te miro y sonríes. Quisiera arrancarte la risa a bocados, disfrazarme de vampiro, pedirte que te sientes en otra mesa para abordarte como aquel primer día, convencerte de que me sigas al baño, a cualquier parte, admitirte de entrada que no se me da bien esto de hacer feliz a una mujer hambrienta. Me pongo a temblar de puro miedo cuando te observo dormir con tu sueño agitado e inquieto. Sabría reconocerte con los ojos cerrados. Me aterra la idea de que te marches y no vuelvas” pero ya sabía que era inútil suplicarle, que no volvería conmigo.
Recibí una llamada, al fin, una larga noche de invierno: me levanté de golpe, sobresaltado, y descubrí que su voz todavía tenía el don de apaciguarme los dolores del alma.
- Estoy bien, te llamo de una cabina. No creo que pueda aguantar mucho, apenas tengo monedas...
- Dime, ¿dónde estás? Dímelo mi amor, en seguida voy a buscarte.
Era desastroso. Yo estaba enamorado como un loco y ella insistía en que no necesitaba que nadie fuera a buscarla, sólo quería darme su nueva dirección y desearme suerte. Su voz sonaba rara en la espesa oscuridad de una ciudad muy alejada de la mía.
- He cambiado de apartamento. Tuve que venirme a la costa, quería ver el mar, sólo por comprobar si era capaz de aguantarle la mirada. Quédate algún día que estés de paso, la playa es mucho mejor disfrutarla cuando hace frío y está desierta.
Y, sin embargo, me dio la impresión de que se estaba despidiendo de mí para siempre. Luego colgó y yo me quedé escuchando el pitido del teléfono hasta que me dormí.

Instantánea.

Le clavé las uñas en la espalda para ver si despertaba. Se giró y, con aliento de sueño, me dijo: "Me noto como un agujero en el pecho, como si me hubieran arrancado el corazón, como si me hubieran robado sus latidos, ¿has sido tú?"

jueves, 12 de julio de 2007

London III

Fish & chips en papeles de periodico grasientos. Latas de cerveza vacias. Chicos con DocMartens y chicas con Converse. Viejos borrachos vomitando en banyos publicos. La ciudad mas ruidosa del mundo. El rumor de la lluvia golpeando las ventanas. Gente hablando en voz alta por la calle, en plena batalla dialectica con el enemigo que es uno mismo. Musica en directo. Vagabundos que sonrien con una mueca, torciendo la boca. Vagabundos que tosen, aranyandose la garganta a mi paso, escupiendo saliva y bilis. Ejecutivos que no se sientan en el autobus para evitar arrugarse el traje.

Las ventanas del despacho en el que trabajo dan a un patio interior, pero yo me imagino que es Hyde Park o la tundra siberiana o el desierto de Sonora, segun mi estado de animo. En Londres no se ven las estrellas porque hay demasiada luz, siempre, incluso cuando es de noche, tan tarde que empiezas a preguntarte si no es pronto.

Es todo terriblemente feo y hermoso. Hay un profundo hedor a muerte, el olor a carne apilada y corrupta, pero de repente percibes la pureza de los actos cotidianos, y te descubres a ti mismo soltando topicos absurdos y verdaderos, afirmando que vivir es un acto de resistencia, la unica decision posible para sobrevivirle al monstruo que es esta ciudad que nunca duerme.
He hecho un sondeo entre mis companyeros. Todos, sin excepcion, tienen la certeza de estar volviendose locos. O cuerdos, quien sabe.

miércoles, 4 de julio de 2007

London II

Me siento brutal, radicalmente distinta. Llena de una furia nueva y descontrolada. Londres me ha convertido en una criatura en permanente estado de alerta. En un animal siempre al acecho.

Me siento brutal, radicalmente distinta. Pero al resto del mundo parece darle igual: el metro sigue con su incesante traqueteo por las entranyas de la ciudad, nadie cambia de acera a mi paso, mi salvaje transformacion no consta en los diarios britanicos.

martes, 3 de julio de 2007

London I

Londres es una ciudad cara y ultracompetitiva, llena de gente cool y de gente que se cree cool y de miserables dormitando em las esquinas, rezando para no amanecer muertos de frio. Es una ciudad siempre con prisas, desprovista de escrupulos, sin acento en los teclados, humeda e inclemente. Un paraiso lleno de luces parpadeantes que apuntan al cielo y gritos de neon que no se apagan nunca.
Si, ya he llegado. Londres va a ser mi cuidad durante los proximos meses. Solo tengo, de momento, un trabajo provisional, una beca Erasmus que dudo me permita sobrevivir mas de dos semanas, una habitacion casi vacia y muchas ganas de patearme las calles en busca de algo que apacigue mis demonios. Sumergirme, bucear, que se yo.
Me lo tomo como un viaje iniciatico. Quiza no sea tan dificil meter mi vida en un par de maletas, respirar hondo y dejar atras diecinueve anyos de madura inexperiencia. Al fin y al cabo, se trata de empezar de nuevo, constuirme otra vida, reinventarme cada manyana.
Quiza lo verdaderamente dificil sea tener que volver desde tan lejos, en unos meses, y descubrir que no soy la unica que ha cambiado.

jueves, 28 de junio de 2007

Pequeñas tragedias cotidianas.

Como descubrir que últimamente has crecido, pese a todo el empeño que le pusiste, por lo que tu habitación se te está quedando estrecha. Y tu mundo, de paso, también.
Intentar arreglarlo de cualquier modo. Tirarte el vaso de leche encima. Asumir que no tienes término medio. Hacer miles de promesas y prometer cumplirlas todas. Llegar tarde a citas importantes y perder el tiempo retozando en la cama. Volver a encontrarlo (el tiempo), y empeñarte en gastarlo de nuevo de la peor manera posible. Fingir el dolor y disimular el amor. Etcétera.
Decir verdades a medias y mentiras piadosas. Insistir, aunque sea por pura cabezonería. Cocinar para dos aunque vayas a cenar sola. Salir en busca de un amor de verano y acabar suplicándole al farmacéutico un par de diazepanes sin receta. Jugar a pisar únicamente las rayas del enlosado, y comprobar que los niños del parque te miran raro, como si fueras de otro planeta.
Solucionar todo lo anterior confesándole, a media voz, que te gusta verle dormir, que te gusta verle.

lunes, 11 de junio de 2007

Loneliness is my best friend.

No recordaba haberme sentido tan extraño y vacío desde mi última estancia en el hospital. Anoche eché en falta un cuerpo al que abrazarme, pero por suerte pude retener el llanto antes de que desbordara y descargué mi ira contra el colchón, ciego y torpe, ahogándome de rabia. Al final decidí llamarla y le pedí que no me dejara, que yo aún la amaba, a mi manera, sí, pero no sabía vivir sin ella, que la notaba tan lejos...
Me dijo que no podía, que se había instalado en casa de aquel tipo que conoció cuando aún trabajaba. Aquello fue un puñetazo directo a la boca del estómago. Me sentí tan hundido y desgraciado que le conté mi plan, le supliqué, ya verás, no existirá nada más que tú y yo juntos, viajaremos en línea recta hacia el Oeste, imagínate el coche alejándose por carreteras polvorientas, ¿no tienes ganas?, dormiremos en moteles y no volveremos nunca...
Luego colgué. Me di cuenta de que lo que yo más echaba de menos eran sus mamadas, su lengua pegada a mi polla, su boca húmeda que siempre lograba derretir el dolor, apaciguar mis demonios. Me chupaba la polla, rodeándola despacio con los labios, y yo me dormía tranquilo como un niño. El mundo podía derrumbarse a mi alrededor.
Me puse triste al recordarla, con sus manos pequeñas y sus gemidos de gata. El anhelo me consumía. Deseé amar a alguien, quien fuera, con las pocas fuerzas que me quedaban, regalarle el coche y los centavos de mi bolsillo a cambio de deshacerme de este olor a pérdida y a culpa. Nada podía consolarme, excepto, quizá, el beso desesperado de alguna mujer hermosa que me recordara a ella. El alcohol me hizo vomitar pero no ayudó demasiado. Traté de sacudirme de encima a esa puta barata que es la soledad. No hubo forma.

viernes, 8 de junio de 2007

Let´s have a chat.

Ella - ¿Sabes? Una noche estuve con un tipo que me dio dos mil pesetas para que volviera a mi casa en taxi. Al final cogí el metro: esa vez llegué con más dinero en el bolsillo del que me había llevado al salir de casa.
Él - Siempre se es demasiado bueno con las chicas como tú.

miércoles, 6 de junio de 2007

Homenaje.

"En el fondo somos todos unos miserables y hasta la mujer más bonita tiene mal aliento por las mañanas.
Sangre y linfa. Yo creí que la vida era otra cosa."
***
Y, como era un gran admirador de Buñuel, creyó oportuno hacerle un último homenaje a su adorado cineasta ahorcándose de la viga del granero con una cuerda de saltar a la comba.

viernes, 1 de junio de 2007

Figurantes.

Mi padre me explicó una vez que hay tres clases de hombres: los que cuentan su historia, los que no la cuentan, y los que no la tienen.
Lo que no me dijo (y descubriría yo solita unos años más tarde) es que también hay tres clases de mujeres: las que actúan en esa historia, las que presencian la escena de lejos, y aquellas que escuchan a los hombres narrarles historias en las que siempre aparecen otras.

domingo, 20 de mayo de 2007

Cosas que hice ayer.

Me desperté por las pesadillas. Había llegado tan colocada la noche anterior que ni siquiera logré meterme en la cama. Sólo me había desvestido y amanecí así, sin ropa, con la almohada entre las piernas y las persianas abiertas. Le deseé unas cuantas veces, restregándome en la cama como un adolescente, sin darme un sólo segundo de tregua, hasta conseguir calmarme un poco. Fui a la cocina y me observé de pasada en el espejo.
Rompí un par de vasos adrede, deleitándome con el sonido de la explosión, y luego recogí los trozos despacio, como quien acaricia a un anciano moribundo. Me imaginé sonriendo extrañamente al escuchar cualquier mala noticia. Fantasée con la remota posibilidad de largarme una temporada al sur. Me sentí acosada por la vergüenza y la culpa, ideé mil formas de humillación pública.
Me llené la barriga de leche fría hasta sentir arcadas. Me cepillé el pelo con furia descontrolada. Leí con sumo interés algunos apuntes bursátiles de un periódico más que caducado. Desconecté el teléfono y me eché a llorar. Una hora más tarde volvió el dolor, más intenso que la semana pasada, y metí la cabeza bajo el chorro de la ducha. Decidí firmemente y por enésima vez colarme en cualquier iglesia, confesar pecados inventados e implorar, desconsolada, el perdón.
Después salí a fumarme un cigarro al balcón, no fuera a ser que la llegada del príncipe azul me pillara desprevenida.

jueves, 10 de mayo de 2007

Primavera y otras promesas de redención.

Ayer ordené mi habitación. Nada digno de mencionar; sólo papeles y basura. Pero como de algo tiene que servir esta página, transcribo:

Putas etcétera.

I.
A ella, decirle que está guapa es casi tanto como invitarla a pasar la noche en tu cama. Y lo segundo casi le hace más ilusión.

II.
Él era el único que no me trataba como una puta. Se empeñaba en hacerme regalos, me llevaba al cine, me invitaba a cenar. Pero también me dejó, justo un mes después: se disculpó alegando que los polvos conmigo le salían carísimos.

III.
- ¿Qué haces así (des)vestida? ¿Porqué no me dejas un rato en paz? ¿No piensas levantarte nunca? Venga, sal y diviértete!
(Y ella, mordiéndose el labio inferior)
- Es que... yo sólo sé divertirme de una manera.

IV.
Él venía al club todos los días, y pedía siempre lo mismo: un whisky doble. Locamente enamorada, ella le observaba desde lejos, detrás de la barra en penumbra.Y todas las putas noches, ella bebía lo mismo, cuando él se marchaba, en su vaso sucio.
Nadie entendió nunca porqué aquella camarera tomaba whisky si le hacía llorar.

V.
Fue en el año 70. La conocí en L´Éperon, un bar oscuro escondido en un callejón que daba a la calle Barbusse, en París. Fumaba, apoyada en la barra, inaccesible y muda como una estatua. Me senté a su lado y solté alguna frase estúpida, algo sobre el tráfico y el tiempo y las heridas que nunca curan. No desvió la mirada, siguió con los ojos clavados al frente, y yo no pude evitar fijarme en sus tetazas y su boquita de zorra parisina. Me estaba poniendo enfermo de amor.
Seguí con mi absurdo monólogo sobre las miserias de la vida en general. El camarero secaba vasos en un rincón y asentía de vez en cuando. Tras un silencio casi eterno, la chica preguntó mi nombre y luego se limitó a susurrar:
- Oliverio, claro.
Pasé por alto el comentario y comenzé a narrarle mis desventuras de poeta urbano abandonado en una ciudad que se me resistía. Me miró, por fin, me ofreció un cigarrillo: fumaba Gauloises Blondes y eso, dios sabe por qué, me hizo sonreir.
Creo que me acordaré siempre de la curva de su cuello y las ganas de apretarla contra mí y no soltarla nunca, de tenerla arrodillada lamiéndome despacio, las ganas de reventarle la boca hasta golpear su garganta.
Se me debieron de nublar los ojos, porque me pidió doscientos francos y me dijo que me esperaba en el baño. Se largó con el aire resignado que tienen, supongo, todas las que acostumbran a follar por dinero. La seguí, cabizbajo, con el corazón latiéndome en la punta de la polla.
Se levantó el vestido y me ofreció su culo. Yo la empalé como pude, entre gemidos y sollozos. Bastaron un par de embestidas antes de que le diera la vuelta y le salpicara toda. Se relamió las comisuras de los labios mientras me explicaba que siempre lloraba cuando se corría, no podía evitarlo. Luego me supo mal verla así, menguada bajo la luz azul del baño, y le pregunté si tenía hambre, podíamos tomar un café o dormir un par de horas en mi apartamento. En realidad mantenía la vaga esperanza de que me dejara echarle otro polvo, sin cobrármelo esta vez.
Pero sacudió la cabeza y me dijo que nunca salía del bar, que hacía meses que no pasaba el umbral de la puerta, que ya no recordaba la última vez que había salido a la calle, ni la luz del sol ni el mercado de Les Halles ni las aceras llenas de estudiantes vestidos de negro.
Por eso nunca volví al bar de L´Éperon, por pura cobardía, porque me mataba de miedo volver a imaginarla, inaccesible y muda como una estatua, apoyada en la barra, un día tras otro.

martes, 17 de abril de 2007

Que no llegue el armisticio.

Un país en guerra. Una chica en una biblioteca, de pie frente un estante. Parece angustiada.

Piglia había logrado saciarla la noche anterior. Hace unos días decretó que Pappini era oscuro y aburrido. Pensaba saltarse a Pombo sin el menor asomo de culpa. Hoy tocaba Pirandello.
Atrás quedaron las semanas de frío solitario, las horas perdidas agazapada en el sótano, las alarmas que saltaban cada hora. Suspendieron las clases en la facultad cuando comenzó la invasión y ella se aburría mortalmente. El último día del año mataron a su hermano de un tiro en el estómago, en un fuego cruzado. Ella se pasó toda la noche velando su cuerpo, acariciando la manta que le hacía de sudario. Y empezó con Amis en enero, y luego Beckett, Brecht, Bulgakov. Febrero fue tomado por Calvino y Cohen (de Chesterton no había nada), las tropas seguían avanzando y ella volvió atrás para recuperar a Bolaño y después fue el turno de Duras. Justo entonces se puso enferma y, uno tras otro, cayeron Éluard, Faulkner, Handke. Dejó de lado a Ibsen pero acabó, rápida y metódica, con Hesse y Ionesco. Llegó marzo y no cesaban los rumores de bombas y los llantos. Kazantzákis, Maiakovski, Nabokov, etcétera.

Y así casi hasta hoy. Parece angustiada, sí, pero no todo está perdido. Por suerte, aún quedan Queneau, Roa Bastos, Saramago, Salinger, Solzhenitsine ("Me gusta mucho la ese, sí, pero por Sartre no paso, faltaría más. ¿Qué sentido tiene leer a un bizco existencialista en plena guerra?") y luego Tabucchi o Toole. Verlaine, Vian, Vidal. Por riguroso orden. Quizá Woolf. Quizá.
La chica sonríe: aún hay esperanza. Al menos durante el próximo mes, mientras sigan los bombardeos y las sirenas de ambulancia, ella podrá leer tranquila.

martes, 27 de marzo de 2007

Misterios.

¿Por qué el azul apenas es comestible?

martes, 20 de marzo de 2007

Mándame al infierno.

Imagínenme. Sí, imagínenme más o menos como siempre, con el pelo recogido y un vestido negro, cualquier noche de madrugada en un calle gris, pero con cara de notable enfado, con el ceño fruncido, enfurruñada pero como de mentira, como la niña que amenaza con una escandalosa rabieta en público. Imagínenme, algo molesta, quizá, por el éxito que tuvo entre el empalagoso género femenino del lugar la aparición de mi último hallazgo. Rioplatense, esta vez.

Andaba demasiado ocupada como para darme cuenta del frío. Odié intensamente a las parejas que se besaban en las vallas publicitarias. El adorable sorete en cuestión caminaba tres pasos por delante, impaciente, con los hombros encogidos y el humo de un cigarrillo moribundo escapando entre sus dedos.
- Va, vení, si seguís a ese paso no llegaremos nunca. Tenés que apurarte, que se hace tarde.
- Hazte mirar lo del acento, llevas aquí más de dos años y todavía no se te ha curado.
Gira la cabeza, por fin.
- Claro, ya sé, la nenita se nos puso de mal humor...
- No, pero me repatea que sólo con proclamar que eres argentino, soltar dos "boludo" y tres "pelotudo" todas las féminas caigan rendidas a tus pies.
- Tenés razón, no hago justicia a todos mis atributos.
- ...
- Náh, nada de escenitas, ¿eh? Y quitate ese aire irritado y dolido, que te quiero demasiado como para mandarte al quinto carajo.
Intenta agarrarme de la cintura. Me separo un par de metros. Finjo jugar poniendo un pie tras otro en el bordillo de la acera. El problema (el mío, al menos) es que elijo hombres que nunca se dan por vencidos. Se acerca despacio y me susurra
- Linda.
y ahí ya se va todo al traste. Cualquier estrategia se revela inservible. Otro piropo, por sugerente o sofisticado que resultara, me hubiera dado igual. Pero así no. Volví a escucharle
- Linda.
y fue suficiente para hacerme sonreír y olvidarme del resto. Con los pies justo en la raya del enlosado, tuve que cerrar los ojos y aceptar su boca y su abrazo, tuve que colarme en su abrigo abierto y hacerle notar mi aliento en el cuello y mis dedos entrelazados en sus bolsillos y mis párpados sujetos por su voz cálida, esa voz que a mí me mata. Repitió
- Linda.
y bastó para que aceptara seguirle donde fuera.
Él, dadas las circunstancias y la temperatura exterior, consideró oportuno que nos refugiáramos en su cama.

jueves, 22 de febrero de 2007

Diez.

A él se le olvidan con frecuencia los diez años que les separan, se le difumina la diferencia de edad y, por error o despiste, le recuerda momentos que jamás vivieron juntos.
- Yo me pasaba los días pensando en arrancarte la ropa. Una noche fuimos al cine y te pintaste los labios, y yo te borré el rojo a golpe de besos y acabamos, de nuevo, salvajes y resbaladizos, asesinándonos las ganas en cualquier esquina, con cualquier excusa. Y yo con el miedo siempre en la boca del estómago, bien agarrado, por si te me robaban, por si alguen salía al portal y te descubría así entre mis brazos, sinuosa y mitológica, concentrada en tus caricias, con las manos llenas de una sabiduría nueva, legendaria, con el secreto de los siglos en la punta de la lengua. Tenías un afán explorador que siempre me sorprendió, un ansia incontrolable y desbordada, que llegaba a raudales, y ese rubor de tus mejillas y ese calor de tus entrañas...
- No era yo, no puede ser. No era yo. Eso era con otra, seguro. Estabas con otra.
Entonces él le reprocha amargamente que no fue con ella porque ella no quiso, porque aún era medio niña y medio tonta, ocupada en vestir a sus muñecas y en aprender a montar en bici sin ruedines. A ella le enternece tanto reproche absurdo y, para que no se enfade mucho, le ronronea al oído y susurra:
- Menos mal que cambié de opinión, olvidé las muñecas y me quedé contigo, ¿verdad, mi amor?
Y todo termina bien, con un fundido en negro precioso, pese a los diez años de diferencia.

lunes, 19 de febrero de 2007

Sobre la existencia de Dios.

Puestos a creer en algo, al menos, que sea comestible.

Carnavales.

El empirismo puro y duro, la atenta observación del comportamiento humano y la necesidad de escribir chorradas como esta me han llevado a concluir que, durante el Carnaval, la elección del disfraz viene determinada en gran medida por la morfología de la persona en cuestión.

Así, las tías buenas se disfrazan de:
princesas medievales, caperucitas, colegialas lúbricas, súper heroínas, personajes de época, enfermeras con poca ropa, vampiresas de afilados colmillos, Marilyn Monroe, Olivia Newton-John y un largo etcétera.
Las tías feas, en cambio, se disfrazan de:
vaca (¿?), ficha de dominó (¿¿??), niña de Shrek (¿¿¿???) .

Ocupémonos ahora del género masculino.

Los tíos guapos se disfrazan de:
drugos de La naranja mecánica, piratas, médicos, bomberos y polis.
Los tíos feos, por último, se disfrazan de:
monja (¿?), puta (¿¿??), niña de Shrek (¿¿¿???).

La cosa va así, y no me pregunten por qué, no la he inventado yo...

miércoles, 14 de febrero de 2007

Diecisiete maneras de joder una relación

- Se me acaba el amor, nena, se me acaba el amor…
Ella le escucha pajearse en la habitación contigua, y piensa en la indecente cantidad de kleenex empapados de sus fluidos que se está perdiendo, y se le ocurre que ese semen podría estar derramándose en su garganta en lugar de derrocharse sin más. Pero él apenas la mira, se acuesta en la cama sin tocarla. Ella le pone empeño y ganas, pega su cuerpo a su espalda, se restriega despacio, incluso se atreve a acariciarle el vientre… Pero no hay manera.
- Se me agota el amor, nena, se me agota el amor…
Ella lo ha intentado todo. Todo, de verdad. Y se esfuerza, pero ya no se le ocurre cómo provocarle. Se ha comprado lencería de encaje, se ha disfrazado de colegiala. Se ha dejado humillar, como una sumisa obediente. Le ha humillado, divirtiéndose al tomar las riendas. Le ha susurrado lo guarra que le hace -hacía- sentirse cuando le pedía que se la tragara entera. Se ha excitado mucho, pero con él no hay nada que hacer. Ha usado todos sus registros: ha sido inocente, descarada, vulgar, impertinente, sutil, elegante. Se ha vestido y desvestido, ha recorrido el pasillo con andares felinos, con aires de tigresa en celo.
- Se me gasta el amor, nena, se me gasta el amor…
Ha intentado rozarle la entrepierna como quien no quiere la cosa, en el coche, mientras le contaba ese sueño tan raro que tuvo: casi no recuerda de qué iba pero se despertó empapada. Se ha puesto tierna y cariñosa, le ha dejado notas en los bolsillos de la chaqueta. Ha ido a verle al despacho sin ropa bajo el abrigo. Ha dejado infinidad de juguetes en su cajón, y una caja de condones sin abrir, para ver si se daba por enterado y se animaba a usarlos. Por supuesto, siguen sin estrenar. Ha chupado piruletas con insistencia. Se ha afeitado el coñito hasta dejarlo suave y liso. Le ha recordado lo bien que lo pasaban juntos hace unos meses, cuando él le decía que era una zorra, una putita barata, y cuánto le gustaba que le jodieran bien y ella le decía que sí con cabeza -"pero no te pares por favor, embísteme, aráñame, clávamela, empálame toda, dame más fuerte, más, más duro, más hondo. Dame más"-.
- Se me apaga el amor, nena, se me apaga el amor…
Y entonces ella piensa que vaya idiota, que parece mentira que con veintilargos aún no se dé cuenta de nada, y se empeñe en mezclar amor y sexo, en confundir amar con follar.

martes, 13 de febrero de 2007

Leitmotiv.

Él - No se trata de transmitir ideas, sino de inventarlas. Se trata de construir universos paralelos, de arriesgarse en la creación de una obra inútil, infinita y absoluta.
Ella - ¿Para qué?
Él - Ah, no sé, pero tenía que decirlo.

jueves, 8 de febrero de 2007

Crímenes ejemplares.

Él- Y yo te quiero, pero sé que tú a mí no. Es la historia de mi vida.
Ella- Oye, es un lema muy bueno. Deberías estamparlo en alguna camiseta, seguro que te forrabas.


No hay mujeres buenas. Por lo visto, conmigo les resulta particularmente divertido ser crueles.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Fama.

Él siempre fue un célebre don nadie. Llamaba la atención que alguien pudiera pasar tan desapercibido. Una vez, en un aeropuerto, se indignó sobremanera al cruzarse con una folclórica famosa: ella se empeñaba en no reconocerle.

martes, 6 de febrero de 2007

Inventario.

Me dejaste sola con:

una foto en blanco y negro, un montón de buenos recuerdos, las ganas a punto de devorarme, una obsesión que no me deja respirar tranquila, tu olor persiguiéndome en sueños, un vestido desabrochado, un tren sin destino, un andén azul de niebla, tres noches sin dormir, unos zapatos de tacón, varias bombillas fundidas, unas sábanas sucias, una mañana en tu terraza, algunos besos robados, libros de Roth, mi sangre y tu semen mezclados, toda nuestra mitología, el Minotauro aburrido, un laberinto vacío, facturas de teléfono, discusiones y versos, un navajazo y dos venganzas, una canción de Neil Young, pelis a medio empezar y otras sin acabar, un bloc de post-it por estrenar, confesiones de madrugada, un banco en el parque, cigarrillos que no compartimos, gritos y gemidos, el sol en alguna isla desierta, un labio partido, ropa tirada por el suelo, mis caprichos, tus portazos, los moratones en mi pecho, un concierto, pocos momentos sobrios y muchas frases inconclusas, muchos cafés y risas, la luna colgada del techo, un par de ataques al corazón, dos postales del extranjero y una promesa por cumplir.

Esto es todo lo que tengo.

miércoles, 31 de enero de 2007

Idioteces.

Él: Mi problema es que soy muy indeciso...
Ella: ¿En serio?
Él: No sé...

***
Mucho ruido y pocas nueces
Ella decidió matricularse en la que le pareció la más bonita e inútil de las carreras habidas y por haber: Humanidades. Él asistía a todas las clases de Teoría del Arte Contemporáneo. Ella llevaba siempre medias de colores y vestidos de tirantes. Él, zapatos de cordones y calcetines grises. Ella tomaba apuntes en su libreta. Él se pasaba la hora y cuarto mirándola. Ella, en cambio, no le miró ni una sola vez.

***
Tablón de anuncios:
Alumna obediente y aplicada busca profesor paciente que le enseñe a conjugar el verbo "pervertir".
Abstenerse fanáticos de Paulo Coelho.

***
Cinco maneras de entrarle a una chica como yo:
- Perdona, ¿puedo sentarme aquí?
(Más efectiva si ella está sentada y hay un sitio libre a su lado. De lo contrario pensará que eres un gilipollas, que es el efecto contrario de lo se que pretende)
- Lo haces adrede, ¿verdad?
- Oye, ¿tú no crees que ya hemos perdido bastante el tiempo?
- ¿OK Computer o Amnesiac?
- ¿Escupes o tragas?
(Versión porno-sincera de la anterior, aunque básicamente ambas persiguen el mismo fin. Con esta última, el éxito está casi garantizado/asegurado)

***
Me invitó a un café. Sonreí, le di las gracias y me largué, dejándole a medias y con las ganas a punto de reventar el pantalón.
***
Se miraron, sólo eso. El uno frente al otro, como casi siempre. Estudiando por las noches lo que es invisible de día: la poesía empieza donde terminan las palabras.

***
Llevaba su nombre grapado en el pecho. La cartulina, de color blanco y rojo, rezaba: Amparo. Se acercó a mí con una sonrisa de kilómetros. La oí gritar algo sobre la solidaridad y el hambre en el mundo y las guerras, mientras yo me alejaba corriendo, dejando atrás la solidaridad y el hambre en el mundo y las guerras y la posibilidad de ligarme a Amparo con mi dominio de la dialéctica y Dios sabe cuántas cosas más.

***
-Definitivamente, debería ingresar en un centro psiquiátrico.
- ¿Lo dices por tu tendencia esquizoide?
- No, lo digo porque creo que me he enamorado de Risto Mejide.
***
Born in the USA
"I hate strip-joints, I just can´t stand them, but I see you´re not a wage-earner... You´re not a lily-white virgin, aren´t you? I´m sure you´re hungry, hum? You dirty little whore... Come on, suck me off! Don´t be ashamed, I know you love it. Suck it, honey... I´d like hear you breathing, come, on, breathe. You can´t? Am I suffocating you, baby? Oh, poor little girl... You like my cock, uh? Do you like my hard cock? Take it easy, you can have it in the mouth all night long... I want to put my hard cock in your soft pussy. I´ll fuck you later, don´t worry. I´ll fuck you, I promise, I promise. I´ll fuck you, filthy girl... But please, keep on sucking for a while..."
(Cuarenta segundos después)
"Did I came too soon?"
Jamás vuelvo a enrollarme con un americano. Lo juro.

martes, 30 de enero de 2007

Dudas urgentes.

A mis padres:
¿Esto era necesario?

A la Rae:
Hipopotomonstroesquipedalofobia: miedo a las palabras largas.
¿Hacía falta ser tan cabrones?

Al chico que me mira con aires de cultureta interesante y nunca se acerca a hablarme:
¿Qué pasaría si fueras valiente y te atrevieras, por una vez?

Así en general:
¿Por qué hay actrices porno preciosas (vale, sólo algunas) y en cambio todos los actores son unos macarras?

¿Por qué la gente tiene grandes ideas? (...y yo no?)

¿Tienen alma las hormigas? ¿Y las lechugas? ¿Y mi compañero de piso?

¿"Abrefácil" significa abrir el brick de leche con los dientes?

¿Es mejor ser un cobarde y estar vivo o mandar a la mierda la mediocridad y morir antes de los treinta?

¿Por qué, en días como hoy, respirar es una hazaña?

¿Debo resignarme a admitir que Vincent Gallo no es el hombre de mi vida?

¿Es esta continua excitación, más propia de una gata en celo que de una universitaria seria, mi estado natural? ¿O la produce el periodo de exámenes?

¿Acaso no soy capaz de comportarme en público? ¿Ni siquiera una sola vez?

¿De verdad hay que mirar a ambos lados de la calle? ¿Y no es mucho más divertido desafiar al destino y al Fiat Tempra azul?

¿Por qué no pude estar yo en Vincennes el 14 de noviembre de 1978, con una falda a cuadros y un paquete de cigarrillos en el bolsillo del abrigo? ¿Era mucho pedir?

¿Se trata de vivir, o también hay que intentar parecer feliz mientras tanto?

¿Por qué ser imbécil no es delito?

Pero sobre todo:
¿Qué puedo hacer yo por el bien del resto de la humanidad? ¿Mamadas?

jueves, 25 de enero de 2007

Terrorismo internacional.

Ella - A mí no me va a querer nadie...
Él - ¡Yo te quiero!
Ella - Nadie interesante, digo.

miércoles, 24 de enero de 2007

Licencias extrapoéticas.

"But I´ll see you in the sky above
in the tall grass, in the ones I love.
You´re gonna make me lonesome when you go".
***
Era tarde y pudo oler el peligro en las calles. Apretó los puños cerrados en los bolsillos del abrigo y siguió caminando, de espaldas al mundo.

***
Más fotos de Bruno:
http://www.esflog.com/sr_cosa

martes, 23 de enero de 2007

Charles B.

Me pierde, la bebida me pierde. Ideas sin nombre. Bares de neones azules. Barras desiertas. Quiero una mujer a quien llenar de saliva, a quien dedicarle mis derrotas. Una mujer en cuya risa pueda ver reflejada toda la felicidad de mis borracheras.
Una vez se me acercó una chica bonita, de curvas sinuosas y nariz chata, de esas con las que te entran ganas en seguida, nada más mirarlas, con las que te imaginas follando en cualquier habitación de hotel, embistiendo su hermosa desnudez, pervirtiendo tanta inocencia. Tenía cara de no haber roto un plato, la muy zorra. Yo quería dejar mi rastro en ella, derramarme y mojarla, destrozar su edulcorada concepción del amor y sus coincidencias. Yo quería lamer aquella piel salada como la roca, como la piedra fría, quería deshacer entre mis dedos aquella carne palpitante.
Se me acercó y me dijo "Te quiero." Lo repitió. "Te quiero. He leído todos tus libros. Estoy segura de que nos entenderíamos bien. En el fondo tú y yo somos iguales... Por eso me gustas tanto." Y le dije "Bueno, entonces lo nuestro es una cuestión puramente narcisista. Será como si te follaras frente a un espejo". Hice ademán de marcharme, pero ella ya no estaba.
La chica bonita se largó, muy digna y ofendida, dejándome solo con mi sombra.
No volví a verla nunca. Ni en ese bar, ni en ningún otro. Desde esa noche no se me acerca ninguna mujer, lo cual no deja de ser significativo.
Bien pensado, quizá me lo inventara todo.

lunes, 22 de enero de 2007

Nitrato de plata.

Él es pintor. Al menos, es así como se presenta en público. Pero es un pintor que no pinta: siempre anda ocupado seduciendo a alguna jovencita crédula empeñada en convertirse en su musa. Con la excusa de retratarlas, las desnuda, les hace fotos en poses vagamentes artísticas y humillantes y luego les hace el amor.
Ninguna de las chicas aparece nunca en sus cuadros. Eso sí, su colección de fotos empieza a ser considerable.

domingo, 21 de enero de 2007

Rupturas.

- No lo entiendo. Pero si soy el novio que todo padre querría para su hija!
- Ya, pero yo nunca hice mucho caso de los consejos que me daba...
***
- No lo entiendo. Pero si soy el nieto que toda abuela desearía tener!
- Obviamente, te has equivocado de familia.
***
- No lo entiendo. Pero si tu madre me adora!
- Obviamente, te has equivocado de mujer.
***
- No lo entiendo. Pero si hasta tu jefa me tira los trastos!
- Entonces deberías follarte a mi jefa. Quizá así nos fueran mejor las cosas.
***
- No lo entiendo. Pero si soy perfecto!
- Ese es el jodido problema.

sábado, 20 de enero de 2007

Os juro que fue así.

Un tipo por la calle. En una esquina, una mendiga rumana, con la mirada vidriosa y un niño dormido en brazos. El tipo, al pasar, escupe en su mano tendida.

viernes, 19 de enero de 2007

¿Podría describir a su mujer ideal?

De perfil es una chica normalita.
De frente gana mucho, sobre todo si le miras las tetas.

lunes, 15 de enero de 2007

Agradecida


Fui claro. Se lo advertí. "Yo ya no estoy como para que me hagan perder el tiempo con tonterías, niñata". Se lo dije y no me hizo caso. Por eso tuve que hacerle daño. Pero ya verás. Seguro que dentro de unos años, cuando se le hayan curado las heridas, me lo agradece.

Puedes ver más fotos de Bruno en www.esflog.com/sr_cosa

miércoles, 10 de enero de 2007

Variaciones sobre un mismo tema

A ella todo le asombra, todo lo observa con la mirada extrañada y amplia, queriendo abarcar todos los misterios. A ella todo le parece "como muy". Él la emborracha a conciencia, y ella se deja. De vez en cuando. Él, joven escritor con talento y suficiencia, le enseña sus versos turbios. Deja en la mesilla de noche sus escritos sobre el fracaso y la frustración, sus elogios a la destemplanza y la desesperanza. Ella lee, impaciente y estremecida. Después sonríe, y entrelaza sus piernas a las de él, y le rodea con la boca. Pero, aunque no lo diga, piensa: "Menuda mierda, eso ni siquiera rima..."

Páginas

Es un regalo. Acaba de llegar conmigo de Madrid, y desde entonces, me sigue a todos sitios. Es sencilla, discreta, manejable. Es perfecta.
Ha encontrado su sitio entre mis libros y papeles. Tiene la tapa negra, las hojas color crema, y cabe en el más pequeño de mis bolsos. No sé cómo adivinó que me encantaría algo así. Casi me da miedo rayarla, llenar sus páginas de olor a nuevo con mis incesantes balbuceos.
Se llama Moleskine.

jueves, 4 de enero de 2007

La parte de mí que no soy yo.

Y el reptil del ansia
se adhirió a las pupilas
y una especie de muerte
a latigazos
creó lo inesperado.

A pausas de veneno,
la maldita flor del desamparo
nos penetró en el alma,
con esa lenta furia
de quien sabe lo que hace.

Rumor de caricias, viento y tormenta.
Noche de una piedad que helaba nuestros labios.
Noche de a ciencia cierta saber por qué se ama.
Noche de ahogarnos por siempre en una ola de miedo.
Noche de ahogarnos por siempre en un sordo desvelo.
Hermosa noche de crueles bestias.
Noche de lujuria de torpes niños locos.

Noche de asesinos y sólo suave sangre.
Noche de uñas y dientes, mentes de deshielo.
Noches de no oír nada y ser todo, imperfectos.

Y el reptil del ansia
mataba las pupilas,
y mil odiosas muertes
a golpes de milagro
crearon lo más sagrado.

Fue una noche de espera,
la noche de los años.
Noche de corazones
pobres, enloquecidos,
y leche hirviendo en los labios.

Noche de fango y miel,
de alcohol y de belleza,
de espinas en los dedos,
y semen como llanto
y llanto como espejos.