Es un regalo. Acaba de llegar conmigo de Madrid, y desde entonces, me sigue a todos sitios. Es sencilla, discreta, manejable. Es perfecta.
Ha encontrado su sitio entre mis libros y papeles. Tiene la tapa negra, las hojas color crema, y cabe en el más pequeño de mis bolsos. No sé cómo adivinó que me encantaría algo así. Casi me da miedo rayarla, llenar sus páginas de olor a nuevo con mis incesantes balbuceos.
Se llama Moleskine.
Ha encontrado su sitio entre mis libros y papeles. Tiene la tapa negra, las hojas color crema, y cabe en el más pequeño de mis bolsos. No sé cómo adivinó que me encantaría algo así. Casi me da miedo rayarla, llenar sus páginas de olor a nuevo con mis incesantes balbuceos.
Se llama Moleskine.
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