lunes, 6 de noviembre de 2006
H2O
Encontraron su cuerpo tres días después, hinchado por el agua, con el rostro desfigurado y los bolsillos vacíos. A mí me dijeron que la corriente lo había arrastrado río abajo, que había decidido suicidarse aquel domingo de madrugada, cuando volvía a casa. Lo imagino entonces, fumando tabaco negro, hambriento y sin afeitar. Me dijeron que se tiró desde el puente, que quizá fuera borracho o colocado, que probablemente estuviera chiflado o inexplicablemente triste.Pero yo sé que en realidad murió ahogado porque quiso beberse la luna en el reflejo del agua, sorber entero aquel disco de plata, fundirse con esa luz casi tan suave y tibia como mis caricias.Y él no era de los que se rinden con facilidad. De hecho, casi lo consigue, porque yo vi las marcas de estaño en sus párpados cuando lo descubrieron en el fondo del río. La luna ya no sale nunca. Se esconde en el cielo, vestida de luto.
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