- Se me acaba el amor, nena, se me acaba el amor…
Ella le escucha pajearse en la habitación contigua, y piensa en la indecente cantidad de kleenex empapados de sus fluidos que se está perdiendo, y se le ocurre que ese semen podría estar derramándose en su garganta en lugar de derrocharse sin más. Pero él apenas la mira, se acuesta en la cama sin tocarla. Ella le pone empeño y ganas, pega su cuerpo a su espalda, se restriega despacio, incluso se atreve a acariciarle el vientre… Pero no hay manera.
- Se me agota el amor, nena, se me agota el amor…
Ella lo ha intentado todo. Todo, de verdad. Y se esfuerza, pero ya no se le ocurre cómo provocarle. Se ha comprado lencería de encaje, se ha disfrazado de colegiala. Se ha dejado humillar, como una sumisa obediente. Le ha humillado, divirtiéndose al tomar las riendas. Le ha susurrado lo guarra que le hace -hacía- sentirse cuando le pedía que se la tragara entera. Se ha excitado mucho, pero con él no hay nada que hacer. Ha usado todos sus registros: ha sido inocente, descarada, vulgar, impertinente, sutil, elegante. Se ha vestido y desvestido, ha recorrido el pasillo con andares felinos, con aires de tigresa en celo.
- Se me gasta el amor, nena, se me gasta el amor…
Ha intentado rozarle la entrepierna como quien no quiere la cosa, en el coche, mientras le contaba ese sueño tan raro que tuvo: casi no recuerda de qué iba pero se despertó empapada. Se ha puesto tierna y cariñosa, le ha dejado notas en los bolsillos de la chaqueta. Ha ido a verle al despacho sin ropa bajo el abrigo. Ha dejado infinidad de juguetes en su cajón, y una caja de condones sin abrir, para ver si se daba por enterado y se animaba a usarlos. Por supuesto, siguen sin estrenar. Ha chupado piruletas con insistencia. Se ha afeitado el coñito hasta dejarlo suave y liso. Le ha recordado lo bien que lo pasaban juntos hace unos meses, cuando él le decía que era una zorra, una putita barata, y cuánto le gustaba que le jodieran bien y ella le decía que sí con cabeza -"pero no te pares por favor, embísteme, aráñame, clávamela, empálame toda, dame más fuerte, más, más duro, más hondo. Dame más"-.
- Se me apaga el amor, nena, se me apaga el amor…
Y entonces ella piensa que vaya idiota, que parece mentira que con veintilargos aún no se dé cuenta de nada, y se empeñe en mezclar amor y sexo, en confundir amar con follar.
Ella le escucha pajearse en la habitación contigua, y piensa en la indecente cantidad de kleenex empapados de sus fluidos que se está perdiendo, y se le ocurre que ese semen podría estar derramándose en su garganta en lugar de derrocharse sin más. Pero él apenas la mira, se acuesta en la cama sin tocarla. Ella le pone empeño y ganas, pega su cuerpo a su espalda, se restriega despacio, incluso se atreve a acariciarle el vientre… Pero no hay manera.
- Se me agota el amor, nena, se me agota el amor…
Ella lo ha intentado todo. Todo, de verdad. Y se esfuerza, pero ya no se le ocurre cómo provocarle. Se ha comprado lencería de encaje, se ha disfrazado de colegiala. Se ha dejado humillar, como una sumisa obediente. Le ha humillado, divirtiéndose al tomar las riendas. Le ha susurrado lo guarra que le hace -hacía- sentirse cuando le pedía que se la tragara entera. Se ha excitado mucho, pero con él no hay nada que hacer. Ha usado todos sus registros: ha sido inocente, descarada, vulgar, impertinente, sutil, elegante. Se ha vestido y desvestido, ha recorrido el pasillo con andares felinos, con aires de tigresa en celo.
- Se me gasta el amor, nena, se me gasta el amor…
Ha intentado rozarle la entrepierna como quien no quiere la cosa, en el coche, mientras le contaba ese sueño tan raro que tuvo: casi no recuerda de qué iba pero se despertó empapada. Se ha puesto tierna y cariñosa, le ha dejado notas en los bolsillos de la chaqueta. Ha ido a verle al despacho sin ropa bajo el abrigo. Ha dejado infinidad de juguetes en su cajón, y una caja de condones sin abrir, para ver si se daba por enterado y se animaba a usarlos. Por supuesto, siguen sin estrenar. Ha chupado piruletas con insistencia. Se ha afeitado el coñito hasta dejarlo suave y liso. Le ha recordado lo bien que lo pasaban juntos hace unos meses, cuando él le decía que era una zorra, una putita barata, y cuánto le gustaba que le jodieran bien y ella le decía que sí con cabeza -"pero no te pares por favor, embísteme, aráñame, clávamela, empálame toda, dame más fuerte, más, más duro, más hondo. Dame más"-.
- Se me apaga el amor, nena, se me apaga el amor…
Y entonces ella piensa que vaya idiota, que parece mentira que con veintilargos aún no se dé cuenta de nada, y se empeñe en mezclar amor y sexo, en confundir amar con follar.
7 comentarios:
que mueve el mundo, el amor o el sexo? como los chicos de durex que follan como leones.
O la pasión, el deseo que hace generar y activar los resortes de la actividad humana o el resultado que ello produce. Causa efecto, buscar la causa sin pensar en el efecto.
Cuando eres joven y tienes diecisiete buscas amor a cambio de sexo, cuando entablas una relación debe funcionar la relación necesisdad efecto, jejej.
Estoy pensando en un eslógan de camiseta: "Encantada de conocerte; me atraen los idiotas."
La buena noticia es que de idiotas está el planeta llenito. La mala, que esa locura de mezclar amor y sexo está muy extendida. Para algunos es como comer y dormir, como si no se pudiera vivir sólo comiendo o sólo durmiendo, sin lo otro. Gentuza...
Blogger me odia y me he tenido que crear una nueva cuenta (y de paso un nuevo blog completamente secreto, no se lo digas a nadie)
Pero ahora que puedo usar el blog te comento: me partí de risa con "dudas urgentes" entre otras publicaciones. Muy buenas.
Eslogan no lleva tilde. [Nota del Metepatas]
El sexo sin amor sigue siendo sexo, "ergo" es bueno.
Mi amor, el tiempo sin ti es... "empo".
Dios,por fin un punto de vista sincero desde el lado femenino,y si no planeaste que lo fuera,por lo menos conmigo ha logrado coincidir 100%...Como dijo Angela petrelli en el capitulo 1 de heroes: Love is overrated :)
Publicar un comentario