A él se le olvidan con frecuencia los diez años que les separan, se le difumina la diferencia de edad y, por error o despiste, le recuerda momentos que jamás vivieron juntos.
- Yo me pasaba los días pensando en arrancarte la ropa. Una noche fuimos al cine y te pintaste los labios, y yo te borré el rojo a golpe de besos y acabamos, de nuevo, salvajes y resbaladizos, asesinándonos las ganas en cualquier esquina, con cualquier excusa. Y yo con el miedo siempre en la boca del estómago, bien agarrado, por si te me robaban, por si alguen salía al portal y te descubría así entre mis brazos, sinuosa y mitológica, concentrada en tus caricias, con las manos llenas de una sabiduría nueva, legendaria, con el secreto de los siglos en la punta de la lengua. Tenías un afán explorador que siempre me sorprendió, un ansia incontrolable y desbordada, que llegaba a raudales, y ese rubor de tus mejillas y ese calor de tus entrañas...
- No era yo, no puede ser. No era yo. Eso era con otra, seguro. Estabas con otra.
Entonces él le reprocha amargamente que no fue con ella porque ella no quiso, porque aún era medio niña y medio tonta, ocupada en vestir a sus muñecas y en aprender a montar en bici sin ruedines. A ella le enternece tanto reproche absurdo y, para que no se enfade mucho, le ronronea al oído y susurra:
- Menos mal que cambié de opinión, olvidé las muñecas y me quedé contigo, ¿verdad, mi amor?
Y todo termina bien, con un fundido en negro precioso, pese a los diez años de diferencia.
jueves, 22 de febrero de 2007
lunes, 19 de febrero de 2007
Carnavales.
El empirismo puro y duro, la atenta observación del comportamiento humano y la necesidad de escribir chorradas como esta me han llevado a concluir que, durante el Carnaval, la elección del disfraz viene determinada en gran medida por la morfología de la persona en cuestión.
Así, las tías buenas se disfrazan de:
princesas medievales, caperucitas, colegialas lúbricas, súper heroínas, personajes de época, enfermeras con poca ropa, vampiresas de afilados colmillos, Marilyn Monroe, Olivia Newton-John y un largo etcétera.
Las tías feas, en cambio, se disfrazan de:
vaca (¿?), ficha de dominó (¿¿??), niña de Shrek (¿¿¿???) .
Ocupémonos ahora del género masculino.
Los tíos guapos se disfrazan de:
drugos de La naranja mecánica, piratas, médicos, bomberos y polis.
Los tíos feos, por último, se disfrazan de:
monja (¿?), puta (¿¿??), niña de Shrek (¿¿¿???).
La cosa va así, y no me pregunten por qué, no la he inventado yo...
Así, las tías buenas se disfrazan de:
princesas medievales, caperucitas, colegialas lúbricas, súper heroínas, personajes de época, enfermeras con poca ropa, vampiresas de afilados colmillos, Marilyn Monroe, Olivia Newton-John y un largo etcétera.
Las tías feas, en cambio, se disfrazan de:
vaca (¿?), ficha de dominó (¿¿??), niña de Shrek (¿¿¿???) .
Ocupémonos ahora del género masculino.
Los tíos guapos se disfrazan de:
drugos de La naranja mecánica, piratas, médicos, bomberos y polis.
Los tíos feos, por último, se disfrazan de:
monja (¿?), puta (¿¿??), niña de Shrek (¿¿¿???).
La cosa va así, y no me pregunten por qué, no la he inventado yo...
miércoles, 14 de febrero de 2007
Diecisiete maneras de joder una relación
- Se me acaba el amor, nena, se me acaba el amor…
Ella le escucha pajearse en la habitación contigua, y piensa en la indecente cantidad de kleenex empapados de sus fluidos que se está perdiendo, y se le ocurre que ese semen podría estar derramándose en su garganta en lugar de derrocharse sin más. Pero él apenas la mira, se acuesta en la cama sin tocarla. Ella le pone empeño y ganas, pega su cuerpo a su espalda, se restriega despacio, incluso se atreve a acariciarle el vientre… Pero no hay manera.
- Se me agota el amor, nena, se me agota el amor…
Ella lo ha intentado todo. Todo, de verdad. Y se esfuerza, pero ya no se le ocurre cómo provocarle. Se ha comprado lencería de encaje, se ha disfrazado de colegiala. Se ha dejado humillar, como una sumisa obediente. Le ha humillado, divirtiéndose al tomar las riendas. Le ha susurrado lo guarra que le hace -hacía- sentirse cuando le pedía que se la tragara entera. Se ha excitado mucho, pero con él no hay nada que hacer. Ha usado todos sus registros: ha sido inocente, descarada, vulgar, impertinente, sutil, elegante. Se ha vestido y desvestido, ha recorrido el pasillo con andares felinos, con aires de tigresa en celo.
- Se me gasta el amor, nena, se me gasta el amor…
Ha intentado rozarle la entrepierna como quien no quiere la cosa, en el coche, mientras le contaba ese sueño tan raro que tuvo: casi no recuerda de qué iba pero se despertó empapada. Se ha puesto tierna y cariñosa, le ha dejado notas en los bolsillos de la chaqueta. Ha ido a verle al despacho sin ropa bajo el abrigo. Ha dejado infinidad de juguetes en su cajón, y una caja de condones sin abrir, para ver si se daba por enterado y se animaba a usarlos. Por supuesto, siguen sin estrenar. Ha chupado piruletas con insistencia. Se ha afeitado el coñito hasta dejarlo suave y liso. Le ha recordado lo bien que lo pasaban juntos hace unos meses, cuando él le decía que era una zorra, una putita barata, y cuánto le gustaba que le jodieran bien y ella le decía que sí con cabeza -"pero no te pares por favor, embísteme, aráñame, clávamela, empálame toda, dame más fuerte, más, más duro, más hondo. Dame más"-.
- Se me apaga el amor, nena, se me apaga el amor…
Y entonces ella piensa que vaya idiota, que parece mentira que con veintilargos aún no se dé cuenta de nada, y se empeñe en mezclar amor y sexo, en confundir amar con follar.
Ella le escucha pajearse en la habitación contigua, y piensa en la indecente cantidad de kleenex empapados de sus fluidos que se está perdiendo, y se le ocurre que ese semen podría estar derramándose en su garganta en lugar de derrocharse sin más. Pero él apenas la mira, se acuesta en la cama sin tocarla. Ella le pone empeño y ganas, pega su cuerpo a su espalda, se restriega despacio, incluso se atreve a acariciarle el vientre… Pero no hay manera.
- Se me agota el amor, nena, se me agota el amor…
Ella lo ha intentado todo. Todo, de verdad. Y se esfuerza, pero ya no se le ocurre cómo provocarle. Se ha comprado lencería de encaje, se ha disfrazado de colegiala. Se ha dejado humillar, como una sumisa obediente. Le ha humillado, divirtiéndose al tomar las riendas. Le ha susurrado lo guarra que le hace -hacía- sentirse cuando le pedía que se la tragara entera. Se ha excitado mucho, pero con él no hay nada que hacer. Ha usado todos sus registros: ha sido inocente, descarada, vulgar, impertinente, sutil, elegante. Se ha vestido y desvestido, ha recorrido el pasillo con andares felinos, con aires de tigresa en celo.
- Se me gasta el amor, nena, se me gasta el amor…
Ha intentado rozarle la entrepierna como quien no quiere la cosa, en el coche, mientras le contaba ese sueño tan raro que tuvo: casi no recuerda de qué iba pero se despertó empapada. Se ha puesto tierna y cariñosa, le ha dejado notas en los bolsillos de la chaqueta. Ha ido a verle al despacho sin ropa bajo el abrigo. Ha dejado infinidad de juguetes en su cajón, y una caja de condones sin abrir, para ver si se daba por enterado y se animaba a usarlos. Por supuesto, siguen sin estrenar. Ha chupado piruletas con insistencia. Se ha afeitado el coñito hasta dejarlo suave y liso. Le ha recordado lo bien que lo pasaban juntos hace unos meses, cuando él le decía que era una zorra, una putita barata, y cuánto le gustaba que le jodieran bien y ella le decía que sí con cabeza -"pero no te pares por favor, embísteme, aráñame, clávamela, empálame toda, dame más fuerte, más, más duro, más hondo. Dame más"-.
- Se me apaga el amor, nena, se me apaga el amor…
Y entonces ella piensa que vaya idiota, que parece mentira que con veintilargos aún no se dé cuenta de nada, y se empeñe en mezclar amor y sexo, en confundir amar con follar.
martes, 13 de febrero de 2007
Leitmotiv.
Él - No se trata de transmitir ideas, sino de inventarlas. Se trata de construir universos paralelos, de arriesgarse en la creación de una obra inútil, infinita y absoluta.
Ella - ¿Para qué?
Él - Ah, no sé, pero tenía que decirlo.
Ella - ¿Para qué?
Él - Ah, no sé, pero tenía que decirlo.
jueves, 8 de febrero de 2007
Crímenes ejemplares.
Él- Y yo te quiero, pero sé que tú a mí no. Es la historia de mi vida.
Ella- Oye, es un lema muy bueno. Deberías estamparlo en alguna camiseta, seguro que te forrabas.
No hay mujeres buenas. Por lo visto, conmigo les resulta particularmente divertido ser crueles.
Ella- Oye, es un lema muy bueno. Deberías estamparlo en alguna camiseta, seguro que te forrabas.
No hay mujeres buenas. Por lo visto, conmigo les resulta particularmente divertido ser crueles.
miércoles, 7 de febrero de 2007
Fama.
Él siempre fue un célebre don nadie. Llamaba la atención que alguien pudiera pasar tan desapercibido. Una vez, en un aeropuerto, se indignó sobremanera al cruzarse con una folclórica famosa: ella se empeñaba en no reconocerle.
martes, 6 de febrero de 2007
Inventario.
Me dejaste sola con:
una foto en blanco y negro, un montón de buenos recuerdos, las ganas a punto de devorarme, una obsesión que no me deja respirar tranquila, tu olor persiguiéndome en sueños, un vestido desabrochado, un tren sin destino, un andén azul de niebla, tres noches sin dormir, unos zapatos de tacón, varias bombillas fundidas, unas sábanas sucias, una mañana en tu terraza, algunos besos robados, libros de Roth, mi sangre y tu semen mezclados, toda nuestra mitología, el Minotauro aburrido, un laberinto vacío, facturas de teléfono, discusiones y versos, un navajazo y dos venganzas, una canción de Neil Young, pelis a medio empezar y otras sin acabar, un bloc de post-it por estrenar, confesiones de madrugada, un banco en el parque, cigarrillos que no compartimos, gritos y gemidos, el sol en alguna isla desierta, un labio partido, ropa tirada por el suelo, mis caprichos, tus portazos, los moratones en mi pecho, un concierto, pocos momentos sobrios y muchas frases inconclusas, muchos cafés y risas, la luna colgada del techo, un par de ataques al corazón, dos postales del extranjero y una promesa por cumplir.
Esto es todo lo que tengo.
una foto en blanco y negro, un montón de buenos recuerdos, las ganas a punto de devorarme, una obsesión que no me deja respirar tranquila, tu olor persiguiéndome en sueños, un vestido desabrochado, un tren sin destino, un andén azul de niebla, tres noches sin dormir, unos zapatos de tacón, varias bombillas fundidas, unas sábanas sucias, una mañana en tu terraza, algunos besos robados, libros de Roth, mi sangre y tu semen mezclados, toda nuestra mitología, el Minotauro aburrido, un laberinto vacío, facturas de teléfono, discusiones y versos, un navajazo y dos venganzas, una canción de Neil Young, pelis a medio empezar y otras sin acabar, un bloc de post-it por estrenar, confesiones de madrugada, un banco en el parque, cigarrillos que no compartimos, gritos y gemidos, el sol en alguna isla desierta, un labio partido, ropa tirada por el suelo, mis caprichos, tus portazos, los moratones en mi pecho, un concierto, pocos momentos sobrios y muchas frases inconclusas, muchos cafés y risas, la luna colgada del techo, un par de ataques al corazón, dos postales del extranjero y una promesa por cumplir.
Esto es todo lo que tengo.
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