jueves, 28 de junio de 2007

Pequeñas tragedias cotidianas.

Como descubrir que últimamente has crecido, pese a todo el empeño que le pusiste, por lo que tu habitación se te está quedando estrecha. Y tu mundo, de paso, también.
Intentar arreglarlo de cualquier modo. Tirarte el vaso de leche encima. Asumir que no tienes término medio. Hacer miles de promesas y prometer cumplirlas todas. Llegar tarde a citas importantes y perder el tiempo retozando en la cama. Volver a encontrarlo (el tiempo), y empeñarte en gastarlo de nuevo de la peor manera posible. Fingir el dolor y disimular el amor. Etcétera.
Decir verdades a medias y mentiras piadosas. Insistir, aunque sea por pura cabezonería. Cocinar para dos aunque vayas a cenar sola. Salir en busca de un amor de verano y acabar suplicándole al farmacéutico un par de diazepanes sin receta. Jugar a pisar únicamente las rayas del enlosado, y comprobar que los niños del parque te miran raro, como si fueras de otro planeta.
Solucionar todo lo anterior confesándole, a media voz, que te gusta verle dormir, que te gusta verle.

lunes, 11 de junio de 2007

Loneliness is my best friend.

No recordaba haberme sentido tan extraño y vacío desde mi última estancia en el hospital. Anoche eché en falta un cuerpo al que abrazarme, pero por suerte pude retener el llanto antes de que desbordara y descargué mi ira contra el colchón, ciego y torpe, ahogándome de rabia. Al final decidí llamarla y le pedí que no me dejara, que yo aún la amaba, a mi manera, sí, pero no sabía vivir sin ella, que la notaba tan lejos...
Me dijo que no podía, que se había instalado en casa de aquel tipo que conoció cuando aún trabajaba. Aquello fue un puñetazo directo a la boca del estómago. Me sentí tan hundido y desgraciado que le conté mi plan, le supliqué, ya verás, no existirá nada más que tú y yo juntos, viajaremos en línea recta hacia el Oeste, imagínate el coche alejándose por carreteras polvorientas, ¿no tienes ganas?, dormiremos en moteles y no volveremos nunca...
Luego colgué. Me di cuenta de que lo que yo más echaba de menos eran sus mamadas, su lengua pegada a mi polla, su boca húmeda que siempre lograba derretir el dolor, apaciguar mis demonios. Me chupaba la polla, rodeándola despacio con los labios, y yo me dormía tranquilo como un niño. El mundo podía derrumbarse a mi alrededor.
Me puse triste al recordarla, con sus manos pequeñas y sus gemidos de gata. El anhelo me consumía. Deseé amar a alguien, quien fuera, con las pocas fuerzas que me quedaban, regalarle el coche y los centavos de mi bolsillo a cambio de deshacerme de este olor a pérdida y a culpa. Nada podía consolarme, excepto, quizá, el beso desesperado de alguna mujer hermosa que me recordara a ella. El alcohol me hizo vomitar pero no ayudó demasiado. Traté de sacudirme de encima a esa puta barata que es la soledad. No hubo forma.

viernes, 8 de junio de 2007

Let´s have a chat.

Ella - ¿Sabes? Una noche estuve con un tipo que me dio dos mil pesetas para que volviera a mi casa en taxi. Al final cogí el metro: esa vez llegué con más dinero en el bolsillo del que me había llevado al salir de casa.
Él - Siempre se es demasiado bueno con las chicas como tú.

miércoles, 6 de junio de 2007

Homenaje.

"En el fondo somos todos unos miserables y hasta la mujer más bonita tiene mal aliento por las mañanas.
Sangre y linfa. Yo creí que la vida era otra cosa."
***
Y, como era un gran admirador de Buñuel, creyó oportuno hacerle un último homenaje a su adorado cineasta ahorcándose de la viga del granero con una cuerda de saltar a la comba.

viernes, 1 de junio de 2007

Figurantes.

Mi padre me explicó una vez que hay tres clases de hombres: los que cuentan su historia, los que no la cuentan, y los que no la tienen.
Lo que no me dijo (y descubriría yo solita unos años más tarde) es que también hay tres clases de mujeres: las que actúan en esa historia, las que presencian la escena de lejos, y aquellas que escuchan a los hombres narrarles historias en las que siempre aparecen otras.