Ella - ¿Tú eres de los valientes o de los cobardes?
C. - ¿Yo? Pues... De los tuyos.
sábado, 27 de octubre de 2007
miércoles, 24 de octubre de 2007
Conversaciones ficticias (Vol.I)
M. - Yo a mi primera novia le escribía comentarios en los márgenes de los libros que le prestaba.
Ella - Yo a él le dejaba notas escondidas en los bolsillos del abrigo. Por suerte no duramos juntos hasta primavera... No hubiera sabido dónde meterlas.
Ella - Yo a él le dejaba notas escondidas en los bolsillos del abrigo. Por suerte no duramos juntos hasta primavera... No hubiera sabido dónde meterlas.
viernes, 19 de octubre de 2007
84.
Soñé que nunca había acabado el verano. Por la mañana llamó V. y preguntó si me apetecía desayunar con él, no dejó de insistir hasta que al fin cedí y le dije “un café y me voy corriendo”. Él soltó una carcajada que sonó sucia, como a victoria comprada. Me esperaba ya sentado en la mesa más apartada del bar cuando llegué. Tuve que cruzar la barra haciendo sonar los tacones y notando alguna mirada de desprecio ardiéndome en la nuca. Me senté y justo en seguida volví a levantarme para pedir un cortado. El camarero me ignoró pacientemente y después asintió. No sabía muy bien si quedarme ahí apoyada o volver a mi sitio, me sentí esencialmente idiota y opté por mirarme la punta de los zapatos, como si estuviera sumida en reflexiones muy profundas. V. disimulaba su nerviosismo encendiendo un cigarrillo tras otro; me habló de sus planes y delirios. Después le dejé pagar y volví a casa. Al rato me acordé de R. y del tiempo que hacía que no tenía noticias suyas. Llené la bañera y me dejé ir en el agua caliente. Me encerré en el cuarto y estuve pensando en todos los tipos buenos que he conocido desde que me instalé aquí, con alguno podría haber funcionado, pero yo no me veo compartiendo mi vacío cotidiano, necesito poder pensar en voz alta y no tener que cocinar ni recoger la ropa tirada por el suelo o preocuparme de problemas ajenos. Yo quiero poder apagar la luz y quedarme con los ojos muy abiertos imaginando la música, o levantarme a media noche y hacer ruido para espantar el miedo a la soledad.
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